Voces del otro Mundo

"Delenda est Carthago" "Hannibal ad portas!!"

miércoles, 27 de julio de 2011

Verde [TABLA]

Autor:  Tanisbarca
Fandom: Hetalia World Series
Disclaimer: Roma pertenece Hidekaz Himaruya, Cartago a mi.
Claim: Cartago/Imperio Romano
Tabla Arcoiris: #5—Verde.
Advertencias: Random // Semi-histórico

 

 

* * *


No podía creer que su enfado durase ya una semana. No recordaba que hubiese durado tanto uno de sus berrinches. El más largo que podía rememorar era de una extensión de tres días y Roma había sufrido más su propio enojo que Cartago.

Pero esta vez era diferente.

Nunca se hubiese imaginado que probar su propia medicina fuera tan… duro.

Ocho días después de haberlo arrojado al agua, Cartago se preguntaba si acaso esa vez Roma se habría enfadado con él de verdad. Normalmente, el romano se enfurruñaba y se aislaba, comportándose de manera infantil, hasta que finalmente cedía y volvía a ser el mismo de siempre.

Ahora y desde hacía una semana, Roma le ignoraba, sí, pero no le lanzaba miradas de disgusto pueril de cuando en cuando. No le ignoraba como si no le viese, simplemente le denotaba un comportamiento frío de cuasi desprecio. Uno que se convertía en viscoso escalofrío cuando esos ojos de color ámbar le miraban y le reprochaban en silencio, pidiendo que por una vez Cartago reconociese su error.

Cartago estaba empezando a no soportar ese trato.

 

* * *



—¿Cuánto más vas a estar así?

Finalmente Cartago no pudo más, tenía que preguntarlo. Y en consecuencia actuar. Se esperaba cualquier respuesta, cualquier palabra de protesta, pero no lo que le contestó, con indiferencia, como si nada pasara.

—No sé a qué te refieres, Cartago. —Roma estaba tumbado bajo la sombra de una palmera, grande y voluminosa, en el patio del palacio del cartaginés.

Él tan tranquilo, relajado, ojos cerrados y una expresión que Cartago interpretaba como victoria. Luego la gente decía que los púnicos eran tramposos. Pues los romanos no se quedaban cortos, que digamos.

No va a perder la paciencia, porque ese romano cabeza hueca no se lo merece, pero sí que se irrita. No le gusta que juegue así.

—Pues yo creo que sí. —murmura, descruzándose de brazos, mirándolo del revés y desde arriba. Roma se sonríe porque nota su rabia. —Y como no dejes de pensar que así me estás castigando te voy a echar a patadas de aquí—dice esta vez, sentándose al lado, de nuevo adoptando su aire sereno.

Roma abre un ojo y frunce el ceño, incorporándose de golpe, mirándolo, esta vez con su habitual expresión de niño al que le han roto un capricho. Cartago entorna los ojos y le mira de soslayo. Es tan hábil tendiendo trampas que nadie, ni siquiera aquél que le conoce mejor que nadie, lo nota.

A un púnico nadie le gana en astucia.

—Estaba bromeando—aclara Cartago, ante los ojos ya nada impasibles del romano.

—Ah —Roma traga el anzuelo.

—Es mucho más sencillo llevarte al puerto y allí patearte.

—¡O-Oye!

Quería oír una queja así. Roma vuelve a contrariarse como siempre hace. Cartago no puede menos que suspirar y elevar una de sus manos y palmear el hombro de su compañero, condescendiente.

—Aún te falta mucho que aprender, joven república, todavía estás muy verde.

Cartago termina por levantarse.

—Anda, vamos a comer—dice ahora mucho más templado—… Invito yo.

No pasan ni tres segundos y Roma ya está de pie, caminando tras de Cartago, intentando no olvidar que está enfadado aunque a duras penas lo consigue.

—¡Pero a lo que yo quiera1 ¡Y vino, mucho vino!

—Sí, sí…

Cartago siempre fue hábil estratega, ideando un plan para cada ocasión en especial. Por ejemplo aquél. Si ves que el enemigo intenta atacarte con tu propia estrategia, idea una nueva y hazle ver que eres más fuerte.

Y si no, siempre queda el soborno.

1 comentario: