Voces del otro Mundo

"Delenda est Carthago" "Hannibal ad portas!!"

martes, 4 de octubre de 2011

La casa por la ventana

Bueno, hacía mucho tiempo que no actualizaba, así que lo haré hoy con una recopilación de todo lo que tengo que traerle del livejournal. Y otro día ya en serio tengo que darle un cambio a esto, porque... madre mía.

Título: Los recuerdos de un tiempo lejano
Autor[info]tanisbarca
Fandom: Axis Power Hetalia
Pairing o Personaje o Grupo: Imperio Romano/Cartago, Antigua Grecia, Antiguo Egipto, OC's.
Rating: NC-17
Resumen: A la República Cartaginesa se la conoce por haber protagonizado, junto a la República Romana, las tres guerras púnicas que se saldarían con victoria latina. Pero detrás de todas esas pugnas por la supremacía, se esconde una historia mucho más profunda.
Advertencias: Uso de OC. Histórico.
Spoilers: Que más spoiler que la misma Historia.

Notas de Autor: Contiene errores históricos subsanables y de los cuales haré pronto una fe de erratas.  Digo subsanables pero que hice a propósito para mejor desarrollo de la trama principal, todos sabemos que ni siquiera los filmes respetan el rigor histórico.

[Capítulo I - El pacto)
[Capítulo II - Clusium, Veyes y Etruria)
[Capítulo III - Hímera, adiós Siracusa)
[Capítulo IV - Paloma blanca)
[Capítulo V - Fabios)
[Capítulo VI - Camaradas no, amigos)
[Capítulo VII - El sueño)
[Capítulo VIII - Iberia)
[Capítulo IX - Águila vencedora)
[Capítulo X - Quinquerreme)
[Capítulo XI - El viaje de visita)
[Capítulo XII - La carrera de cuádrigas)

[Capítulo XIII - Los niños y los borrachos no mienten)
[Capítulo XIV- Ex umbra in solem)

viernes, 19 de agosto de 2011

La Perla [Drabble]

Autor:  [info]tanisbarca 
Personajes: Estados Unidos de América, Japón 
Advertencias: Histórico // POV América. Mención a otros países. 
Resumen: Japón ha lanzado su ataque y Estados Unidos no llega a tiempo. ¿Culpa suya?

Notas de autor: Este drabble se refiere al ataque de Pearl Harbour por parte de la armada nipona. Estados Unidos tenía la información apropiada para defenderse del ataque pero no se pensó que Japón pudiese hacer tanto daño. Aún así se envió el mensaje a Hawai pero este llegó dos horas después del ataque y ya no se pudo hacer gran cosa para remediarlo.





* * *


No podía dejar de pensar. Era algo comprensible, ¿verdad? No era mi guerra, no tenía por qué meterme en ella, no otra vez. Era muy poco el tiempo que había pasado desde la Gran Guerra y no quería participar en otro conflicto como ese. Sería demasiado. Así se lo había dicho a Inglaterra y él no me había comprendido. Me había llamado cobarde, gritado, insultado con rabia. Creo que le había decepcionado que no lo apoyase pero es que yo no quería salir escaldado más de lo que estaba. Sinceramente, poco a poco me estaba haciendo con la hegemonía del poder capitalista, dictaba normas y se seguían, mi bolsa de acciones repercutía en todo el mundo, nadie podía pararme. No quería perder mi puesto después de haber pasado por la Gran Depresión.


Yo era Estados Unidos. Me siento orgulloso de lo que soy y cómo soy. Quizá mi mayor defecto es que soy un engreído y que tengo delirios de grandeza. Y también soy egoísta pero… no idiota.


Bueno, puede que no mucho.
* * *


—Señor, estamos preparados—la voz grave del almirante Isoroku Yamamoto hizo que Japón alzara la cabeza.


La nación se había sometido a una pequeña meditación antes de comandar el ataque, sopesando toda la información, hechos y posibilidades. No podía echarse atrás. Lo que iba a hacer llevaba años planeándolo, quizá como venganza, y no quedaría en muy buena posición si desperdiciaba la oportunidad. Sabía que Estados Unidos poseía la información sobre su ataque pero no estaba asustado. Se estaba esperando una gran defensa, digna de una de las mayores naciones del globo y quizá estaba algo nervioso, pero no asustado, nunca asustado.


—Bien, en marcha—las parcas palabras facilitaron luz verde a la operación. Japón se levantó con gracilidad y, seguido por el almirante, salió al aire libre del puerto en donde esperaba su flota.


Con porte solemne dio un repaso a las órdenes y embarcó a todo el mundo con rapidez.


Estaban preparados y listos para actuar.


* * *


Estados Unidos estaba inquieto. Corriendo todo lo que podía, llevaba en brazos al desfallecido mensajero que respiraba dificultosamente, transportando la advertencia de ataque. Se sentía desfallecido pero tenía que llegar a tiempo o sería todo un desastre que no querría presenciar. Los ánimos se le estaban apagando.


"Sólo un poco más, sólo un poco más" se repetía una y otra vez mientras daba las zancadas más largas.


También pensaba en como podía estar pasándole eso a él. Él, la gran pre-potencia mundial, el gran Estados Unidos. Él, que no estaba metido hasta el cuello en esa guerra absurda.


Se le escurrían las gafas con el sudor y la nariz le picaba pero no podía detenerse. Sentía que los pulmones le estallaban. Fue en ese entonces, cuando supo que no lo había conseguido. Una punzada de dolor le recorrió el espinazo pero no paró de correr. Los calambres le hicieron trastabillar ligeramente y aun así se mantuvo de pie, galopando. Oía los gritos dentro de su cabeza, sentía la agonía en su piel y la sangre brotando por sus brazos, empapando su ropa. Un sentimiento de angustia lo invadió, también la impotencia. El fuego, el dolor y los llantos.


Cuando llegó a su destino, dejó al muchacho en el suelo y oteó alrededor. Los barcos y los aviones japoneses daban vueltas disparando contra todo lo que veían. El ruido era ensordecedor. El puerto estaba teñido de sangre, rojo por el fuego que flotaba en el agua.
Estados Unidos cayó de rodillas ante la escena, con los ojos abiertos como platos y los dientes apretados de frustración. Había llegado tarde.


Un grito de rabia se escapó de entre sus labios y las lágrimas se desbordaron, empañando los cristales de sus gafas. Alzaba los ojos, buscando al responsable. Giró la cabeza y buscó por todos lados hasta que lo encontró ahí, regio y altivo, mirándolo con arrogancia y seriedad.


Japón.


Acercándose a América, Japón se quedó a una distancia muy pequeña sin temerlo. Ahora mismo, no estaba en posición de contraatacar.


—¿Por qué?—la pregunta proveniente de la joven nación arrodillada no le impresionó, de hecho la esperaba.


Japón no respondió, evocando todas y cada una de las ocasiones en que Estados Unidos se había interpuesto en su camino. La segunda guerra Chino-Japonesa, la Nota de Hull, el cierre del canal de Panamá, el petróleo…





El 8 de diciembre, Estados Unidos se unió al bando Aliado declarándole la guerra a Japón, convirtiéndose así el conflicto en la que sería la Segunda Guerra Mundial.

lunes, 8 de agosto de 2011

6 de Junio [Drabble]

Autor: [info]tanisbarca
Personajes: Estados Unidos de América, Inglaterra, Francia
Advertencias: Histórico // POV América.
Resumen: América esta camino de unirse a los aliados en el frente normando, pero a pesar de tenerlo todo planificado, aún siente miedo.



 * * *


Eran niños,  tenían diez años y no entendían las cosas. O mejor dicho, se les escondían las cosas, creciendo en una niñez feliz que disfrazaba una horrible verdad, nuestra verdad

Mí verdad.

He visto crecer a mucha gente, morir a mucha gente, mientras yo me hacía grande, cada vez más fuerte. Soy un país, no puedo hacer otra cosa más que fuerte, el mejor, el primero y número uno. Esa es mi meta.
Trato de recordármelo una y otra vez mientras cierro los ojos y me resigno a escuchar los bisbiseos, los rezos, de los soldados que me cercan. Sí, estoy rodeado de soldados, subido a una barcaza, mecido por la corriente del Canal de la Mancha, rumbo a Normandía.

Normandía. Es seis de junio. El día elegido, el día del desembarco.

Adónde vamos nos espera la incertidumbre. Incertidumbre de no saber qué va a pasar o de sí saberlo pero no querer comprenderlo.

Tengo miedo, mucho miedo. De hecho, no recuerdo haber sentido tanto miedo en mi vida. Ni siquiera durante la guerra civil ni durante el crack del veintinueve, ni durante la primera gran guerra. Es mi propio miedo como persona que soy pero también es el miedo de los demás. Todos nos morimos de miedo, terror, pavor, temor.

Es un miedo colectivo a desconocer qué espera exactamente en la orilla.

Todos estos soldados que me acompañan fueron niños hace tiempo, niños que jugaban a la guerra sin miedo. Niños a los que conocía de alguna u otra forma. Niños inocentes.

Vidas muertas que alcanzarán la fuerza en su corta caída.

Noto que me tiemblan los dedos, apretando la borda de la lancha. No consigo calmarme. No estoy tranquilo, pero sí determinado, dispuesto. Decidido. Tengo que hacer lo que tengo que hacer aunque no pueda dejar de pensar en que todos esos hombres van a morir por mí allí, en esa playa del demonio.
Nos acercamos. Ya disparan contra nosotros pero ordeno calma. Tenemos que aguantar y descender. Algunos hablan más alto, otros gritan.

Yo no, yo en silencio aprieto los dientes y mi arma.

Cuando saltamos a la arena mi cabeza es todo un torbellino. Oigo las balas silbar cerca de mí, ninguna me alcanza. Pero también oigo las voces, el dolor. Puedo oír la sangre gorgotear como si fueran estallidos en la playa.

Metralla. Bombas.

No me doy cuenta de todo lo que dejo atrás. Mi mente me grita “Corre, corre lo más que puedas” “Corre por sus vidas, no por la tuya” “Corre por la gloria y el honor, por la justicia y la libertad”

No estoy seguro, quizá estoy loco. Pero también oigo la voz de Inglaterra, la voz de Francia. Gritando.

“Corre, América”

viernes, 5 de agosto de 2011

Vejez [TABLA]

Autor:Tanis
Fandom: Hetalia World Series
Claim: Cartago/Aníbal Barca
Tabla De una Vida: #5—Vejez
Advertencias: Hecho para [info]musa_hetaliana //  Histórico



* * *
 
Los años pesan. Eso dicen.

Lentamente diluyes tu vida con las acciones perpetradas. Recuerdas lo que has hecho y lo que no. Retazos y recuerdos varados en el puerto a la espera de levar anclas, soltar las velas y conducir a los remeros.

Dicen que uno no elige su muerte.

Se equivocan. Quizá no el cuándo, pero si el cómo.
 
* * *
Cartago dejaba pasar lentamente el tiempo, a lo mejor unido a sus notas melancólicas, dispersas en el aire caliente que entraba por la ventana. Viento del sur arrastrando polvo y una época pasada. No habla.
Cerca, quizá a pocos pasos, está Roma, en silencio también, escuchando las consonancias arrancadas de las cuerdas de ese asor que tiempo atrás le cantaba sólo a él. Ya no hablan mucho entre ellos, al menos no por parte del púnico, el cual acepta la presencia de Roma por cortesía y petición del Consejo y los sufetes.

Desde aquella conversación a la salida de la casa de Aníbal en el lejano Oriente, Roma no ha vuelto a intentar recobrar el vínculo que tenían. Al menos no con palabras, porque como en ese momento, cada vez que puede y más que antes, se queda en la ciudad cartaginesa, aunque sea en silencio.

Es la primera vez que tiene miedo de hablar con él. Pero no miedo por lo que pueda responderle a cambio. Si no por hacerle daño de alguna forma. Sabe que Cartago se guarda siempre todo para adentro, todo el dolor, todos los sentimientos, buenos y malos. Y que no los va a soltar. Roma suspira de vez en cuando, y a veces la música se detiene y se miran durante un rato.

En silencio siempre.

Cartago hace eso sólo porque a veces su mente le juega malas pasadas. Cuando toca se abstrae tanto que en muchas ocasiones retrocede en el tiempo, cien, doscientos años atrás, cuando Roma y él eran amigos, casi más que eso y tocaba para él las notas que una vez le había dedicado en solitario y que a partir de entonces siempre fue la canción de Roma.

Pero tiene que mirarlo para saber que ese tiempo se fue y no va a volver, por mucho que los ojos del romano le estén diciendo “lo siento” con su silencio. Cartago sabe también que todas las cosas que le echó en cara esa vez no son culpa suya en realidad, pero tiene que echarle a alguien la culpa. Y Roma es el que representa todas esas acciones aunque no fueran sus ideas personales.

No soporta el deseo de golpear y amar a la vez.


* * *

Aníbal aún está a tiempo de enviar las que serían sus últimas palabras, recordando las viejas historias que Cartago le contaba, de un momento en el que una paloma blanca era capaz de todo.
Rápido, rápido. Ya puede oír a los legionarios rodear su casa. Traicionado, traicionado como su nación. Lejos de Cartago, no le queda otra opción más que esa.

El pequeño rollo de papiro queda asegurado a la pata rosada del ave, esponjosa e inocente y él la hace volar, para que huya lejos de su destino cierto y preciso. Aníbal la observa marchar hasta que desaparece entre las nubes algodonosas. Luego se vuelve, de espaldas a la ventana y cierra los ojos un momento. Romanos aporrean la puerta de abajo y la echan abajo.

Aníbal ya no reza, sujeta en la mano izquierda el anillo que desde hacía un tiempo llevaba siempre consigo.

Dicen que uno no elige su muerte.

Mentira, murmura barca, yo sí puedo.

Fueron las últimas que dijo antes de abrir la gema de la sortija y beber su contenido.

Cuando los legionarios de Flaminio alcanzaron la cámara, encontrar el cuerpo de Aníbal Barca tumbado en el suelo, perfectamente colocado e incluso casi sonriente. Relajado y sereno, como siempre había sido.

Cercado y traicionado, el mayor enemigo de Roma, el mayor general de Cartago y uno de los mejores estrategas de toda la Historia, murió, quizá no con la misma gloria que había acumulado en vida, pero al menos sí eligiendo la manera de hacerlo.


* * *

Atardece cuando Cartago, apoyado en el alfeizar de la ventana, otra vez toca los acordes de su asor, con Roma cerca, tumbado en un diván mientras bebe vino a sus expensas.

Como siempre en silencio.

Esta vez es una melodía común entre los púnicos, una no muy triste, más bien rápida. Cartago a veces tiene que tocar algo lejano a sus propios sentimientos, porque mientras Roma este entretenido, todo irá bien. Pero deja de tocar cuando ve la paloma blanca. Más bien de golpe. No lo aparenta, pero está entre sorprendido y temeroso.

Sabe que en esos momentos sólo existe una persona que conozca el significado de enviarle un mensaje mediante ese tipo de medios. Despacio, deja el instrumento sobre una de las mesas cercanas y toma al animal entre las manos mientras este aletea. Es una paloma joven, todavía oronda, una pequeña bola de plumas suave y pura.

Se queda de pie contra la ventana mientras Roma le observa, curioso e interesado. Pero en cuanto ve al pichón su expresión se transforma a una más seria, una de reconocimiento y también de celos. Él siempre fue el único que hizo eso.

Libremos a Roma de sus inquietudes, ya que no sabe esperar la muerte de un anciano.
Espero verte en la otra vida, mi gran y amado amigo.
Aníbal Barca
Cartago lee el mensaje en silencio, quieto, muy quieto. Sabía con certeza que ese día habría de llegar en algún momento. Le duele, le duele su pérdida. 

—¿Cartago?

Roma se ha levantado y está a su espalda, parece preocupado. Silencio, no obtiene respuesta. Roma no sabe que ha ocurrido o sí lo sabe pero no lo asocia. Él no dio la orden, el púnico sabe eso. No sería justo culparlo también de algo así aunque lo necesite.

Cuando Cartago se da la vuelta tiene apretado el puño con el mensaje dentro pero la expresión conformada como una máscara indiferente. Roma le mira interrogante, inquieto. Ante él, Cartago puede volver a ver a la joven nación que en su día pactó una amistad en principio no deseada. Un jovenzuelo que poco a poco se ha ido haciendo más grande, más fuerte que él. 

—¿Qué pasa?—la voz de Roma suena terriblemente baja y suave, casi destila compasión.

Cartago aun siente las palabras del mensaje a través de la piel pero niega con la cabeza. ¿De qué serviría atribuirle aun más sus desgracias? Son naciones, es la vida que tiene que vivir, es su destino. Uno siempre arriba, otro siempre abajo.

—Nada.

Sin dejar pasar a las emociones fuertes que le están oprimiendo el pecho, Cartago recoge el asor y, guardando el pequeño pedazo de papiro en su túnica, comienza a tocar de nuevo. La pichona blanca aun sigue en el alfeizar, como si fuera consciente de la situación, detiene su arrullo para escuchar. 

Cartago toca, pero Roma se da cuenta de que la música ha cambiado. Ahora es lenta, desconsolada y triste, muy triste.
* * *

Aníbal nunca lo supo, puede que tampoco Cartago. Pero en la mente colectiva de los romanos siempre prevaleció el miedo hacia su persona, el miedo y el temor a un peligro fantasmal que jamás los abandonaría porque por muchos siglos que pasaran…

Hannibal ad portas.

martes, 2 de agosto de 2011

30 Vicios [Tabla]

Autor: tanisbarca
Claim: Cartago/Imperio Romano
Rating: K y K+
Advertencias: **Contenidas en cada uno de los prompts

**No existe ningún orden preferente de lectura.


Tabla para 30vicios



01. Límite.02.Sumisión.03.Vergüenza.04.Medicina.05. Dolor.
06.Necesidad.07.Mordaza.08. Calor.09.Húmedo.10.Venganza.
11. Quebrar.12. Mentir.13. Hablar.14. Ego.15. Leer.
16. Fastidiar.17.Chocolate.18. Tabaco.19. Porno.20. Escribir.
21.Violencia.22. Dinero.23. Soñar.24. Control.25. Labios
26. Amor.27. Deseo.28. Disfraz.29. Infierno.30.Obsesión.